Fue una noche trágica para la institución blaugrana. Una derrota de tamaña magnitud tendrá efectos colaterales. Para colmo, luego del encuentro frente al Liverpool, el bus del Barcelona emprendió la vuelta sin su capitán.
Todos los culés ya se imaginaban en el Wanda Metropolitano levantando una nueva orejona. Pero los partidos hay que jugarlos y ganarlos. La diferencia sustancial de tres goles en el partido de ida no fue suficiente para sentenciar la clasificación a una nueva final de Champions League. Sin sus principales figuras y garantes de goles, Salah y Firmino, en la ciudad de los Beatles todos se preguntaban quién haría los tantos.